viernes, 11 de septiembre de 2009

118.- ¿Los educamos ya, o los dejamos que se jodan un poco más?

- Hola papá, buenos días.
- Buenos días hijo, vaya horitas de llegar a casa.
- Es que esta noche ha sido muy, muy, muy especial para mí. Hemos asaltado una comisaría, hemos quemado varios coches entre ellos uno de la misma policía, hemos acojonado a los antidisturbios acorralándolos y tirándoles todo tipo de objetos, y hemos destrozado todas las cabinas de teléfonos, señales, farolas y contenedores de basura que nos íbamos encontrando.
- Jopé hijo, que pasada. Espera, espera, no te vayas a dormir todavía y cuéntamelo con todo lujo de detalles. Ya tengo hoy tema para presumir en la oficina.
- Si hubieras visto las caras de terror de esos cabrones cuando se sabían acorralados, hubieras flipado tú también papá. Esta gozada tenía que haber durado un poco más.
A medida que el hijo le iba narrando a su padre todo lo sucedido, sus caras iban reflejando una mezcla de ansiedad y satisfacción por la gesta vivida aquella noche.
- Lo malo papá, será que al final darán conmigo, y a saber que me harán esos hijos de putas.
- No te preocupes hijo, yo te defenderé. Aquí está tu padre para lo que haga falta. Saldré al paso por ti y proclamaré que eres inocente a los cuatro vientos. Ya estarán al loro de esto, todas las cadenas de televisión, y nos aprovecharemos de ello.
- Si papá, pero estoy preocupado por lo que me pueda pasar.
- Ya sabes lo que ocurrió la última vez hijo, cuando atacasteis a aquellos inmigrantes, recuerda que aquello solo se quedó en una simple multa.
- ¿Sabes, papá? Eres un buen padre y una buena persona.
- Gracias hijo mío, qué orgulloso estoy de ti. Ojalá yo hubiera tenido los güevos suficientes para hacer estas cosas allá por los años 60. Verás que contenta se va a poner tu madre cuando se levante y se lo contemos.
A media mañana la policía detuvo al muchacho, y fue llevado ante el juez junto con otros 22 chicos más, acusados de intento de asalto a una comisaría de policía, alteraciones y desórdenes públicos, destrucción de mobiliario urbano y atentado contra agentes de la autoridad. Los habían delatado las cámaras de vigilancia, que unos vecinos habían colocado en la calle para ahuyentar las algarabías, que se producen con demasiada frecuencia en aquella zona.
Al final, el padre tenía razón. Supo manejarse bien entre las cámaras de televisión, y a su hijo y a los demás chicos, tan solo les condenó un juez muy chipititifláutico, a estar tres meses sin salir de juerga más tarde de las 10 de la noche.
Aquello causó un gran estupor entre la gente, nada más saberse.
Días después el estupor se multiplicó por mil. Todos los padres de los chicos recurrieron la sentencia por creer que había sido muy desmesurada. Alegaron que esas cámaras eran ilegales y que habían violado la intimidad de sus hijos.
Al día siguiente todos los chicos fueron absueltos de todos los cargos imputados.
Qatsi.
Viñeta:http://www.e-faro.info/Imagenes/CHISTES/WChmes02/Acudits2007/070729.padre.gilipollas.jpg

No hay comentarios:

Publicar un comentario