jueves, 24 de abril de 2008

67.- ¡Hay, si mi Osiris levantara la cabeza!

Hay que ver el lió que se armó cuando Juan Pablo II juró y perjuró, que el Infierno no existía, y ahora viene Benedicto XVI y la vuelve a liar otra vez, asegurando que no solo existe el Infierno, sino que hay overbooking . Lo que está claro es que estos dos Papas no fuman lo mismo.
Jopé, hay que ver con la de vueltas que le tienen que dar los curas de pueblo para justificar este tipo de lugares, y que difícil se lo ponen últimamente.
Aquí os voy a dejar el único estudio científico y serio que existe sobre el Infierno, y que ha sido realizado por un alumno universitario estudiante de Ciencias Químicas. Para que luego digan que en España no se invierte en investigación.
La pregunta clave que se hizo este alumno fue la siguiente:
¿Es el Infierno exotérmico (desprende calor) o endotérmico (lo absorbe)?
Ponencia: En primer lugar, necesitamos saber en qué medida la masa del Infierno varía con el tiempo. Para ello hemos de saber a qué ritmo entran las almas en el Infierno y a qué ritmo salen. Tengo sin embargo entendido que, una vez dentro del Infierno, las almas ya no salen de él. Por lo tanto, no se producen salidas. En cuanto al número de almas que entran, veamos lo que dicen las diferentes religiones. La mayoría de ellas declaran que si no perteneces a ellas, irás al Infierno. Dado que hay más de una religión que así se expresa, y dado que la gente no pertenece a más de una, podemos concluir que todas las almas van al Infierno. Con las tasas de nacimientos y muertes existentes, podemos deducir que el número de almas en el Infierno crece de forma exponencial.
Veamos ahora cómo varía el volumen del Infierno. Según la Ley de Boyle-Mariotte (el gas se enfría cuando se expande y se calienta cuando se comprime), para que la temperatura y la presión del Infierno se mantengan estables, el volumen debe expandirse en proporción a la entrada de almas.
Por lo tanto hay dos posibilidades:
1.- Si el Infierno se expande a una velocidad menor que la de entrada de almas, la temperatura y la presión en el Infierno se incrementarán hasta que éste se desintegre.
2.- Si el Infierno se expande a una velocidad mayor que la de la entrada de almas, la temperatura y la presión disminuirán hasta que el Infierno se congele.
Entonces, ¿Qué posibilidad es la verdadera?
Si aceptamos como postulado lo que me dijo Teresa en mi primer año de carrera: "hará frío en el Infierno antes de que me acueste contigo", y teniendo en cuenta que me acosté con ella ayer por la noche, la posibilidad número 2 es la verdadera.
Doy por tanto como cierto que el Infierno es exotérmico y que ya está congelado.
El corolario de esta teoría es que, dado que el Infierno ya está congelado, ya no acepta más almas y está, por tanto, extinguido, dejando al Cielo como única prueba de la existencia de un ser divino, lo que explica por qué, anoche, Teresa no paraba de gritar "¡Oh, Dios mío! ,¡Oh, Dios mío!".
Qatsi.

sábado, 12 de abril de 2008

66.- Yo vierto, tu viertes, el vierte, nosotros vertemos, vosotros vertéis y ellos mueren.

Desde luego, "tiene güevos la carga leña, y llevaba un palillo en la boca".
Estos días se está celebrando en nuestro pueblo a bombo y platillo el II Festival Internacional de CinePosible, que este año quiere seguir sensibilizando a los extremeños, sobre los 8 objetivos del milenio fijados por la ONU para erradicar la pobreza, haciendo este año especial hincapié en el nº 7 que trata sobre "La sostenibilidad del medio ambiente".
Pues bien, mientras tanto el Ministerio de Medio Ambiente vuelve a multar por cuarta vez en estos últimos años con 284.000 € al Ayuntamiento de Almendralejo, por realizar vertidos ilegales de la depuradora de aguas residuales al arroyo Harnina. Y encima nos dicen que se sienten perseguidos.
Jope, que justificación más lamentable han elegido. Se sentirán perseguidos como Julián Muñoz, Mario Conde, Jesús Gil, Paco el Pocero, Belén Esteban, Paquirrin, Vera y Barrionuevo, Tejero, Roldan, el mariconplejin de la Cope, etc, etc,etc. Por todos los Dioses del Olimpo, que ridículo más espantoso.
Que les van a decir los actuales inquilinos del Ayuntamiento cuando algún ciudadano incívico, se acerque al Ayuntamiento para quejarse de persecución cuando los multen:
Por ir borracho al volante de un vehículo.
Por cortarle el cuello a los patos del Parque de La Piedad
Por insultar a las autoridades.
Por mear o cagar en la vía pública.
Por armar escándalos nocturnos perjudicando a los vecinos.
Por construir "chaleres" en San Marcos sin licencia.
Por destrozar el mobiliario urbano.
Claro, que para sentirse perseguido hay que cometer varias veces seguidas la misma infracción, y ser pillado in fraganti, como en el caso de los vertidos.
De risa.
Y yo ahora me pregunto, si los han pillado hasta cuatro veces con el carrito de los helados, ¿Cuántas veces se habrán podido realizar estos vertidos ilegales, sin ser pillados?
O sea, que los ciudadanos pagamos al Ayuntamiento unas tasas por depuración de aguas residuales que no se realizan, por aguantar unos pestilentes olores que algunos días invaden nuestro pueblo, y encima por verter ilegalmente esas aguas residuales.
Hay que ver como anda el patio, ya no se puede salir ni a tomar el bocadillo.
Qatsi.

viernes, 11 de abril de 2008

65.- NoCuento de Abril.

No siempre, pero casi siempre, Francisco Arce Beltrán iniciaba la siesta con el mismo pensamiento: Gracias. Una palabra que representó con millares de imágenes y ninguna letra, porque su nombre completo era lo único que sabía escribir.
Se consideraba un privilegiado. Yo lo veía como un ignorante, además de conformista. Y me refiero a su etapa adulta, porque era comprensible que de niño no hubiese podido estudiar. Labró la tierra hasta que la sequía del 62 dejó a su familia sin propiedad en favor del banco, viéndose obligado a migrar a la ciudad antes de cumplir los trece años. Mendigando por las calles, entabló amistad con un vagabundo que tocaba la guitarra. Le enseñó una canción. La aprendió con muchísimo esfuerzo. Quiso enseñarle otra. A Francisco no le interesó. Para él, una bastaba para ganarse la vida.
Durante cuatro décadas, únicamente ha cantado ese tema. Le gustaba decir que entre él y un sellador de sobres no había ninguna diferencia. No profundizaba. Ahí terminaba su comentario, con un rostro que rebozaba satisfacción. ¡Ignorante, conformista y descaradamente estúpido! Me irritaba.
Ya no.
Comenzó a desbaratar mis prejuicios la tarde que me preguntó qué buscaba alcanzar con tanto estudio y competitividad. Respondí. Mi meta era su presente. A Francisco Arce Beltrán se le veía tranquilo, contento y en paz. Era feliz, monótonamente feliz.
De todas formas, él estaba equivocado. Su actividad distaba mucho de la que realizaba un sellador de sobres. Si bien Francisco repetía una misma acción a lo largo del día, el público interrumpía su rutina cuando, entusiasmado, le pedía “otra, otra”. Y eso ocurrió con una frecuencia creciente porque cada vez interpretaba mejor el tema. En varias ocasiones, salió del apuro improvisando historias que nunca reutilizaba, puesto que no se daba el trabajo de memorizarlas. Sin embargo, al madurar su autoestima, se aventuró a decir la verdad, complementándola con el siguiente argumento: “Si un compositor puede subsistir toda su vida con las regalías de una canción, por qué yo no puedo hacerlo cantándola”.
En una oportunidad, al estar por finalizar su jornada callejera, un espectador le ofreció una suma tentadora por tocar en la fiesta sorpresa que estaba organizando para su pareja. Aceptó. Tres horas después, inició su concierto. Tres minutos más tarde, se quedó sin repertorio. Aplausos prolongados. Volvió a cantar el mismo tema. Silencio prolongado. Sonreía mientras pensaba. Nuevamente, las cuerdas de la guitarra reprodujeron la melodía, pero, en lugar de acompañarla con la letra, propuso un Karaoke concurso y dotó al premio con la mitad de la paga que iba a recibir esa noche. Tocó las notas de la canción hasta el amanecer. Los invitados, encantados con la velada, lo fueron contratando para distintas celebraciones, incluyendo cumpleaños infantiles. Dado el éxito, los nuevos invitados hicieron lo propio, y la rueda giró. Las Radios desempolvaron el vinilo original, pero la gente reclamaba la versión de Francisco. La grabaron y difundieron. Sonaba en toda la ciudad, a cada rato, acelerando el desenlace. Nadie quiso volver a oírla.
Cuando estaba por marcharse, BMG y Sony le ofrecieron producir un disco con temas inéditos. Ni siquiera lo dudó. Respondió que no. Se trasladó a Córdoba con el ánimo intacto.
Al ir conociendo los valores de su perspectiva, fui compartiendo —en parte— la admiración que él sentía hacia las personas que desempeñaban orgullosas una labor simple y monótona. Francisco creía que ellos tenían la posibilidad de no pensar en nada, dejando libre el espacio para sentir, como cuando él labraba la tierra y las imágenes fluían por las emociones y no por la razón.
Francisco Arce Beltrán encontró la forma de tener una vida interesante, libre y segura, sin saber leer ni escribir. Sólo le hizo falta aprender una canción para comprar una casa, mantener a su esposa y tres hijos, disfrutar de sus vicios inofensivos y hasta gozar de vacaciones cada cuatro meses. El resto de cosas que aprendió no tenían ninguna utilidad económica, cultural o social, simplemente le sirvieron para mantener a salvo la mayor parte de su descontaminada ignorancia.
Por Rafael R. Valcárcel http://www.nocuentos.com/otrosNoCuentos/f_abr08.html