jueves, 20 de agosto de 2009

114.- Ese chico triste y solitario.

¡¡Negro de mierda!!, ¡¡Macaco!!, ¡¡Muerto de hambre!!
Recuerdo lo crueles que eran los demás chicos con él.
Era un chico triste y solitario. En su rostro solo se dibujaba aquella permanente mirada vacía, distraída y sin esperanza, que le rodeaba toda su carita. Jamás hablaba con nadie, tampoco exteriorizaba su enfado, solo apretaba los dientes y pasaba página, asumiendo esa enorme humillación a la que estuvo constantemente sometido por una sociedad cruel e injusta, por el simple hecho de pertenecer a una raza distinta.
Yo era su compañero de clase, o mejor dicho, el que se sentaba a su lado, porque apenas nos dirigíamos la palabra.
Su padre Ibrahim Mensah había nacido en Ghana y le había ganado la batalla al Estrecho de la Muerte, montado en una patera, huyendo del hambre, la guerra, la pobreza y la desesperación.
Durante muchos años tuvo que trabajar muy duro para abrirse camino hasta que al fin pudo conseguir la ansiada nacionalidad. Se casó con Laura, aquella chica bella e inquieta, valiente de la vida, que tuvo que armarse de valor en aquella época para saltar aquella barrera casi infranqueable, que suponía casarse con un chico negro.
Al poco tiempo nació Samuel, el cual llenó de alegría aquella casa en la que se habían instalado Laura e Ibrahim desde que se casaron, en aquel típico pueblo en el que todos se conocen, y que nunca llegó a aceptar aquel matrimonio.
En aquel pueblo todo eran hacia ellos calumnias, críticas, murmuraciones, y como producto de esas ofensas vertidas por sus vecinos, los Mensah decidieron vivir aislados de todos esos indeseables, evitando tener demasiado contacto con ellos.
A medida que iba creciendo este chico silencioso y reservado, iba a la vez aprendiendo a vivir fuera de su familia en lo más profundo de las soledades, ajeno a todo lo que pasaba a su alrededor, divirtiéndose dando de comer a las palomas en uno de los rincones más bellos que existían a la salida del pueblo.
Una tarde ya a oscurecido, cuando volvía a su casa, fue abordado violentamente por tres niños de su misma edad y que a penas pasaban de los 10 años, infringiéndole una soberana paliza a base de puñetazos y patadas, todo esto acompañado por los peores insultos que se le pueden dirigir a un niño. El pobre Samuel quedó inconsciente tendido en el suelo, lleno de sangre y de barro.
Pero lo peor de todo esto no fueron las dos costillas rotas, ni la gran cantidad de contusiones y moratones que tenía por todo el cuerpo y en especial en la cara, sino la humillación tan grande a la que estuvo sometido, cuando lo desnudaron y lo arrastraron por todo el barro y el lodo que había en aquel lugar, mientras los tres chicos reían y reían sin parar.
Tardaron mucho tiempo en localizarlo. Tanto, que cuando lo ingresaron en el hospital los médicos tuvieron rápidamente que intervenirlo quirúrgicamente, porque su vida corría serio peligro. Estuvo entre la vida y la muerte más de 48 horas, pero gracias a la fortaleza física que poseía este chico, al final se fue recuperando muy lentamente de todas sus lesiones.
Les costo muchos meses a Laura y a Hibrahin, que su hijo volviera a ser aquel chico que había sido años atrás, aunque siempre sumido en su soledad.
Nunca llegaron a coger a los culpables, porque Samuel perdió la noción de todo ese tiempo, y no recordó nunca quienes le marcaron para siempre aquella tarde.
Pasados un par de años, un día a la salida del colegio alguien le esperaba. Se sorprendió mucho, porque él iba y venía siempre solo. Era una asistenta social, la cual le comunicó la muerte de sus padres en un desdichado accidente de tráfico. Una curva fatídica les quitó la vida.
Se quedó estático, con la mirada perdida en el horizonte, sin llorar, sin decir nada. Aquella terrible estampa de dolor, fue la peor que jamás haya contemplado. Desde aquel día, Samuel se sumió en lo más profundo de su ser, y ahí continuó invadido por una tristeza desgarradora, que sacudió su vida con una violencia desmesurada.
Pasaron los años y Samuel con sus 18 años, seguía sumido en la mayor de las tristezas, cuando un día un grupo de chicos se burlaban con los ya cansinos comentarios de siempre. Entonces aparecí en escena, cuando ya lo tenían agarrado para golpearle, y pude disuadirles para que lo dejaran en paz. Esa vez no recibió ningún golpe, pero cuando se quedó solo, Samuel entró en barrena y comenzó a llorar, y a llorar, y a llorar, de una forma tan desgarradora y desconsolada, como jamás así había visto llorar a nadie.
Al día siguiente no fue al instituto, ni al siguiente, ni al siguiente.
Desapareció de la casa de acogida donde se alojaba, sin llevarse nada y sin que nadie supiera a donde había ido.
Al tercer día encontraron su cuerpo entre la maleza del lugar donde solía dar de comer a las palomas cuando era niño. Entre sus brazos encontraron la foto que hacía años se hiciera con sus padres en ese mismo lugar. Murió abrazado a ellos.
Yo entré en una profunda depresión, de la cual hoy en día sigo medicándome por estos terribles sucesos acaecidos, que me salpicaron a mí cuando tenía diez años.
Porque, yo…., yo…., yo…., era uno de esos niños, que aquel malogrado día torturó y humilló a un inocente de color.
Este cuento es una adaptación del original publicado en la siguiente página web: http://www4.loscuentos.net/cuentos/link/238/238222/
Enlace de la fotografía: http://ralphzapata.files.wordpress.com/2008/05/soledad.jpg

5 comentarios:

  1. Anónimo21:28

    20/08/2009 @ 18:41
    Comentario de: Marivi Gómez [Miembro]
    Es una narración muy hermosa, a medida que vas leyendo te pide más y más y más, al mismo tiempo se va haciendo un nudo en la garganta.
    Es un cuento muy triste y lo que es mucho peor a veces este cuento se hace realidad.
    ¿Por qué para algunas gentes el ser de color supone ser inferior?

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  2. 21/08/2009 @ 13:30
    Comentario de: Qatsi . [Miembro]
    Pues Mariví, creo que todo radica en la mala educación, que hemos recibido y que desgraciadamente seguimos recibiendo y dando a nuestras proles.
    Esos calificativos que encabezan el cuento son una triste realidad, que se da en muchas partes del mundo.
    Gracias por tu comentario.
    Un saludo.

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  3. Anónimo17:32

    muy buena historia de por sierto yo soy una persona comun que no se dedica a leer libros ni a escrivirlos pero de echo esta clase de historias tan relacionadas con la realidad me fscinan, lastima que no todas las personas lean la historia pero estaria bueno que lo publiques en algun lugar donde pueda ser mas leido e interpretado mayormente por chicos jovenes como yo q tengo 17 años y voy a tratar de hacer llegar esta historia tan real a todos los que me conoscan un saludo y agradecimiento por la escritura :D suerte XD

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  4. Por tu comentario, puedo suponer que posees en general unos sentimientos bastantes profundos sobre la realidad de la vida. Te deseo que no los pierdas nunca. A veces, la mayoría de la gente, cuando se hacen mayores, tachan a los jóvenes de insensibles, insensatos y despreocupados, olvidándose por completo que ellos también fueron una vez jóvenes. Afortunadamente se equivocan, y no te puedes imaginar lo que me alegro por ello.
    Gracias por tu comentario y por tu interés en esta historia..

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  5. Anónimo15:54

    Perfecto, sinceramente un reflejo de la realidad

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