sábado, 6 de abril de 2013

Por la cándida adolescencia.

Conozco una canción de África, que habla de la jirafa y de la luna nueva africana descansando sobre su lomo, de los surcos en los campos de cultivo y de las caras sudorosas de los recolectores de café. ¿Acaso conoce África una canción que hable de mí? ¿Se agitará el aire sobre la llanura con un color que yo he llevado? ¿O tal vez los niños inventarán un juego en el cual figure mi nombre? ¿Formará la luna llena una sombra sobre la grava del camino que se parezca a mí? ¿O tal vez me buscarán las águilas de las Colinas de Ngong?
Hoy ha llegado el correo y un amigo me ha escrito lo siguiente: “Los Masai han informado al Comisario del distrito de Ngong que muchas veces, al alba y al crepúsculo, han visto leones en la tumba de Finch-Hutton. Un león y una leona llegan hasta allí y permanecen en pie o echados sobre la tumba durante largo tiempo. Después de irte tú, el terreno que rodea la tumba fue nivelado, formando una especie de terraza. Supongo que aquella elevación constituye un lugar ideal para los leones. Desde allí pueden observar toda la pradera, y el ganado y la caza que hay en ella”.
A Denis le gustará saberlo.
Tengo que acordarme de contárselo.
Karen Christenze Dinesen