109.- A los borrachos de juventud.

Seguro que en algún momento de nuestras vidas, hemos abierto los ojos y de repente nos hemos dado cuenta, que se nos ha escapado nuestra juventud, de la misma forma que desaparece el agua entre los dedos cuando intentamos retenerla.
A veces no alcanzamos a recordar, en qué momento se nos fue de las manos definitivamente este maravilloso periodo pasajero.
Para muchos fue nuestro ídolo, quizás el único que hemos tenido y por este motivo la echamos demasiado de menos.
Fue una época llena de comienzos, de mucha felicidad, de amores, de triunfos, de aventuras, de metas, de cagadas y sobre todo de amistades inolvidables, aunque muchos seamos en la actualidad unos auténticos desconocidos.
Un día nos miramos al espejo, y vemos que el poco pelo que nos queda en la cabeza, solo da ya para formar un código de barras. Y es entonces cuando te das cuenta de lo valioso que fue esa época, llena de interrogantes, dudas y esperanzas.
De la multitud de disparates que habremos podido cometer, lo que más nos puede apenar a algunos de nosotros, no es haberlos cometido, si no que ya no podremos cometerlos nunca más.
Hay gente que mantiene, que en esta etapa de la vida, hay que meditar y reflexionar mucho para que luego te puedas permitir el lujo de equivocarte lo menos posible.
Puede que tengan razón, pero os puedo asegurar que no se saborea de la misma forma sin ese grado de irresponsabilidad, que nos invade durante esta época dorada.
Ya no volverán esas sensaciones agradables, que recorrían todo nuestro cuerpo, sin un motivo aparente.

Aquí os dejo esto de Amado Storni:

A lo estéril se vence floreciendo,

a la envidia se vence prosperando,

a la muerte se vence conquistando

la vida cada vez que estés muriendo.

A los sueños se vence despertando,

al orgullo se vence sometiendo,

al desamor se vence descubriendo

que es amor lo que siempre estás buscando.

Luchar lo imposible ahora que podéis,

porque ser joven empuja a la lucha

y la lucha siempre empuja a vivir.

Y aunque os humillen no os desaniméis.

Es mucho más sordo aquel que no escucha

que el infeliz que nunca pudo oír.

Pero la vida sigue, aunque no obtengas consuelo.
Qatsi.
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