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- Parece fácil, pero no lo es.
En principio uno entra en un meódromo público, hace lo que ha venido a hacer y sale.
- ¡¡¡Pues no!!! No es tan fácil si eres hombre.
Esta acción es más complicada de lo que parece.
El acto de miccionar no es tan sencillo.
Hay gentes que para hacerlo, necesitan mucha calma, paz, tranquilidad y por supuesto no sentirse observados, ni agobiados.
Otros sin embargo podrían hacerlo mirando al tendido y sin ningún tipo de rubor.
- ¡¡¡Que suerte tienen!!!
Hay gente a la que se le corta todo el rollo, cuando entran en un evacuatorio con esas tazas que cuelgan de la pared y sin separadores, y aparece alguien colocándose justo a su lado cuando van a comenzar la descarga.
- ¡Jópe!, ¡que mala suerte tengo!, con todo el sitio libre que hay.
En esos momentos comienzan a sentirse observados y aparecen las neuras.
- ¿Qué mirará, este tío?
- ¿De qué se rie?
- ¿Mi desarrollo no es el adecuado?
- ¿Será gay?
- Hay que joderse con la carga de leña. Y llevaba un palillo en la boca.
Instantes después y en un acto de reflejos, recogen velas sin haber culminado la faena, salen del meadero despavoridos, resignados y con unas tremendas ganas contenidas.
- ¡¡¡Por todos los dioses!!! ¡¡¡Que martirio!!!
- ¡Je!
Y ¿cuando ya no puedes resistir más?, y entras en uno de esas letrinas en los que hay más gente que en el camarote de los hermanos Marx, y encima con dos dedos de ese líquido urbano de color amarillo, en el suelo.
- ¡Je!
- "Paí a meá y no echá gota".
Qatsi.