domingo, 23 de septiembre de 2012

Jesús de Nazaret y Señora.

¿Suena un poco raro, no?
Desde luego, más de 2000 años diciendo “penicula”, y al final era “flim”.
Un fragmento de un papiro del siglo IV, escrito en copto, confirma una vez más, lo que los primeros cristianos sostenían, que Jesucristo estuvo casado, y que la democrática Iglesia Católica siempre ha negado sistemáticamente. Fijaros si ya podía haberse acabado con todo ese rencor que algunos curas y monjas llevan incubando durante eras, por culpa de la represión sexual del celibato. Hasta se habría conseguido que los sacerdotes pederastas hubieran dejado en paz a los niños.
Lo que son las cosas. El Mesías ya cargó con otra cruz mucho antes de su crucifixión.
Imaginaros al de Nazaret en su casita de madera, construida con sus propias manos de hijo de carpintero, leyendo el periódico del domingo en el sillón del comedor mientras su mujer le practica una felación. O como ellos lo llaman: Eucaristía. También tiene que ser jodido que la mujer con la que estás casado grite el nombre de tu padre cada vez que le eches un polvo: “¡Ohh, Diosss!”.
Lo bueno, de que esto sea cierto, es que obligaría a muchos fanáticos a replantearse si no han estado haciendo el canelo todo su vida. Incluso para los que siguen creyendo que fue una especie de hippie con superpoderes, se convertiría en una figura más mundana. Al fin y al cabo, Jesús no era tan distinto a nosotros. Si tomamos la crucifixión como un divorcio, lo que hizo fue de lo más normal: Irse a vivir con su padre.
Qatsi.

Post sacado de la revista El jueves.

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