sábado, 21 de julio de 2012

El estúpido ocurrente.

Erase una vez un Virrey que gobernó a una de las regiones más pobres del lugar, aunque dicho sea de paso muy agradable para vivir. Campaba a sus anchas haciendo y deshaciendo a su antojo. Era muy famoso por sus ocurrencias, las cuales jaleaban y celebraban todos aquellos títeres y bufones que le rodeaban.
Hace ya mucho tiempo y arropado por su sequito, se le ocurrió la primera gran idea de su vida: Cerrar una Central Nuclear en construcción y echar a la calle a 8.000 trabajadores que se buscaban la vida tan ricamente.
Aquel Virrey emulando al Flautista de Hamelín, consiguió arrastrar en poco tiempo a gran parte de su sociedad y ponerla en contra de esa Central Nuclear, enarbolando banderas ecologistas y criminalizando encima a sus trabajadores, que por cierto pagaron el pato de su infeliz ocurrencia.
¡Qué se jodan!, ¡qué se jodan! Gritaban esos títeres y bufones del Virrey al estilo Andreíta Fabra, mientras los 8.000 trabajadores hacían sus maletas para emigrar a otras regiones con más posibilidades.
Aquello fue desolador, mientras el Virrey y sus secuaces jaleaban y celebraban con mucha alegría el éxito de su ocurrencia, aquellos trabajadores fueron abandonando su región poco a poco y en silencio para buscarse la vida, ya que el panorama de trabajo en aquellos entonces era también desolador.
Pocos años después, tubo la segunda gran ocurrencia de su vida: Decidió quemar todas aquellas banderas ecologistas y decretó construir una Refinería de Petróleo, esta vez para crear 3.000 puestos de trabajo, y porque le salía de los coj.......
Enseguida, todos aquellos títeres, bufones, chupaculos y demás fauna, que colaboraron para que 8.000 trabajadores perdieran sus puestos de trabajo, se posicionaron a favor del proyecto refinero. ¡Como no!
Por supuesto a los pocos ciudadanos que se opusieron a este proyecto les volvieron a gritar: ¡Qué se jodan! ¡qué se jodan!
Un buen día y ya retirado de su Virreinato, recibió la triste noticia de la muerte de su proyecto refinero, que tanto empeño puso en su consecución. El Virrey, su “dedazo” y todos esos monigotes chupaculos lucen estos días un riguroso luto. Descanse en paz.
Y…., colorín colorado este cuento se ha acabado.
Moraleja: No dejes que la estupidez humana te insista demasiado en tu vida.
Qatsi.

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