Casi siempre la gente que no está conforme con lo que tiene, inventa cosas y situaciones para poder ser envidiados por los demás. Están más pendientes de lo que piensan los que les rodean, que a veces intentan ocultar muchos de sus actos y conductas, para no dejar al descubierto esa imagen falsa y ficticia que proyectan. Pues bien, este tipo de personas suelen ser los más feroces criticones con las conductas de los demás, y a veces hasta por las mismas acciones que ellos esconden.
Esta gentuza goza levantando falsos testimonios hacia los demás, y a veces estas calumnias llegan a tal grado, que pueden llegar a hacer mucho daño a las personas victimas de estos atropellos, y el caso es que se dan perfectamente cuenta del daño que hacen y aún así, continúan haciéndolo día tras día. Por lo general estos cobardes saben que al final todas estas acciones quedan impunes, porque casi nadie de los afectados denuncia estos actos, por lo que sobre todo en los pueblos llega a ser ya como un deporte.
Pues bien, que no se engañen estos mentirosos, porque al final ante quien tienen que responder es ante ellos mismos, y ante sus conciencias. De nada sirve ocultar lo que hacen si en realidad lo saben perfectamente, y también de nada sirve quedar impunes, si en su interior se siguen sintiendo culpables. Lo malo es cuando este sentimiento de culpabilidad no aflora en algunas de estas personas, y entonces se sumergen en las profundidades de la hipocresía, y esas personas pasan automáticamente al pelotón de los despojos humanos.
En definitiva todos deberíamos de saber, que el peor juez de nuestras acciones es uno mismo, y la mayor traición es engañarse. Porque en el fondo, sabemos lo que es correcto y lo que no, y tenemos que vivir con ello.
Qatsi.
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