jueves, 6 de diciembre de 2007

52.- El mejor regalo.

A medida que pasa el tiempo nos vamos dando cuenta, que palabras como moderación, humildad o sencillez desaparecen en estas fechas de nuestros vocabularios, tanto es así que algunos olvidan totalmente su significado, su importancia, su sentido y su valor.
Que pena, ¿verdad?
Estos días, por las calles no dejamos de ver a una marea de gentes corriendo de un lado para otro, a veces sin rumbo, contagiadas en una carrera frenética hacia la búsqueda del regalo más caro, o el más original.
De vez en cuando, algunos se paran porque no tienen el dinero suficiente, pero solo es un espejismo, porque cuando piensan en los regalos soñados para sus hijos, automáticamente tiran de tarjeta y vuelven a formar parte de esa marea de buscadores.
Saben muy bien, que podrán pagar esas deudas, una vez más, en cómodos plazos de sacrificio, y además piensan que en sus casas sabrán entender y valorar esos sacrificios, cuando tengan que trabajar algunas tardes-noches y fines de semana.
De vez en cuando el "ayatollah" de las calles les aclama:
¡¡¡Corre como el resto!!!
¡¡¡No te quedes rezagado!!!
Si no tienes dinero, ¡¡¡Endéudate!!!
Es tarde. Las campanadas de las diez suenan de fondo en el reloj de la torre.
Un niño solitario en su cama piensa en su carta al Rey Mago. Sabe que hizo méritos, y piensa que su sueño por fin se hará realidad.
Querido Rey Melchor:
Este año, quiero como regalo, poder disfrutar más de mi papá y de mi mamá.......
Qatsi.

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